Mundo Perfecto, Mundo Feliz
- gastroarte2
- 4 may 2020
- 12 Min. de lectura
Me llamo Pol 19965 y soy uno de los últimos habitantes del Planeta Tierra. Voy a explicarme, por si algún viajero de otro mundo llega hasta aquí, cómo llegué a esta situación. Vivo en el Siglo XXV y hace ya un par de siglos que la mayoría de la población de la Tierra abandonó nuestro Mundo en busca de otros lugares donde vivir. Pandemia tras pandemia éste se hizo un lugar inhabitable para los seres humanos. Por eso se marcharon en múltiples naves espaciales.
Yo decidí quedarme. Pedían voluntarios y las personas mayores teníamos preferencia, ya que el viaje en busca de nuevos territorios se presumía largo, por lo cual, los que ya teníamos cierta edad, probablemente no llegaríamos vivos. Yo me acababa de jubilar y pensaba empezar una nueva vida. Quería continuar con mis viajes, abandonados hacía unos años por problemas de salud. ¡Ahora es el momento pensé! Pero entonces vino el brote final, cuando ya creíamos haber superado las crisis.
Un grupo de científicos, que asesoraban a la Asamblea General de Naciones, había preparado un Plan de Fuga por si la situación se hacía insostenible y era necesario buscar otros lugares donde establecerse. Tampoco podía viajar todo el mundo, aunque la población mundial había disminuido considerablemente desde el Siglo XXI, cuando empezó todo. Había habido años de relativa tranquilidad hasta que llegaron olas de epidemias mucho mayores que las anteriores.
Yo tenía claro que no tenía Futuro en otro lugar así que me ofrecí voluntario para formar parte del Grupo de Guardianes del Planeta. Los seleccionados, nos quedaríamos aquí salvaguardando que la Naturaleza siguiera con su recuperación Libre de nosotros los Humanos. Seríamos una especie de Guardias Forestales con un amplio terreno que vigilar. Bueno, más bien observar que no se producían interferencias ajenas a la propia Naturaleza en su evolución.
Tuve que trasladarme desde el Hemisferio Sur al Hemisferio Norte. Fui destinado a cubrir el puesto de Observador en el Sur de la Vieja Europa, el Continente más castigado por las sucesivas pandemias y el que prácticamente llegó a ver casi extinguida su población. Siempre había querido viajar por aquí pero no pensé que lo haría de esta manera. Los restos de una de las Civilizaciones más prósperas que existieron me rodeaban, mostrándome que no importa lo que fueron si no en lo que quedaron.
No les dije que, por medio de la Ciencia, mi cuerpo de naturaleza humana se vio modificado en un intento por mantenerlo operativo el máximo tiempo posible. ¡No sé cuánto me queda! Formo parte de un experimento. Pero no me importa. Vi partir a mis hijos en una de aquellas naves y aquello ya era para mí una satisfacción incomparable. Así que lo que tenga que ser lo aceptaré de buen grado.
Mi nuevo nombre, Pol 19965, viene determinado por el experimento que transformó mi cuerpo, en él la parte humana que se mantiene es muy pequeña, pero resulta muy importante para mi nuevo trabajo. El Cerebro humano es una herramienta muy poderosa, que no fui capaz de desarrollar tan bien como ahora que está insertado en este nuevo habitáculo antropomorfo con el que me desplazo.
Voy a salir, una vez más, a hacer mi larga ronda semanal. La hago tan sólo una vez al mes, ya que es agotadora por la duración, aunque yo ahora ya no me canso físicamente… Patrullar exige una total concentración por lo inquietante que es la mayoría de las veces. Cuando regrese a este contenedor que me sirve de residencia, de resguardo seguro… continuaré narrando mi historia…
Al aceptar este cargo, renuncié a seguir con mi vida, no podía aferrarme a mis recuerdos porque ya nada me pertenecía. Mis hijos evolucionarían según el ritmo temporal de su nueva ubicación y yo ya simplemente me mantendría siempre igual, hasta que este armazón de hojalata que me sostiene decidiera darse por vencido. Cada vez que me veía amenazado por la duda sobre el estado de mis seres queridos me aferraba a mi número de Guardián repitiéndolo una y otra vez en mi cabeza: 19965...19965...19965...
La ronda de esta noche ha sido más divertida de lo habitual, hemos encontrado vida. El agua comienza a originar distintas formas de existencia, como ya una vez lo hizo. Cuando me quedo mirando esos minúsculos bichos… ¿en qué momento comenzó el Mundo, los seres humanos, la experiencia consciente…? ¿seré yo uno de los privilegiados que pueda descifrar y presenciar el misterio de la vida?...
En uno de los charcos que la lluvia ha creado en las ruinas de un antiguo parque infantil está creciendo una especie de planta extraña, jamás la había visto antes. Su color cambia según el color predominante de quien se coloque frente a ella. Hoy cuando me acerqué estaba azulada, como el cielo y al colocarme frente a ella fue poco a poco cambiando de tono, hasta tener el mismo marrón oxidado de esta lata que me envuelve. Otra cosa increíblemente curiosa es que la planta se mueve en la misma dirección que tu mirada, no digo que se mueva con mi movimiento imitándome, sino que es capaz de seguir mi mirada, como si fuera capaz de captar mi intencionalidad.
Creo que podríamos estar hablando de una forma de vida consciente. Lo cierto es que a veces me siento incluso intimidado por esta aparentemente inofensiva planta. Aún no he comentado nada al resto de mis compañeros, ellos conservan con más fuerza que yo esa necesidad humana de control y dominación, el miedo a lo desconocido acabaría haciéndoles destruirla.
He pensado crear un Diario de su crecimiento, centrarme en su observación. De alguna forma siento que esconde un importante secreto que incluso puede dar sentido a todo lo que ha ocurrido.
Aún no me he atrevido a tocarla, su forma es incierta, al principio parecía un alga cualquiera, ahora conforme crece en tamaño va adoptando cada vez una forma más definida. Tiene un delgado tallo que la une a la tierra, pero justo cuando se inserta en el terreno aparecen dos protuberancias alrededor del tallo como si fuesen unos pies. Del tallo emergen varias ramificaciones, a veces las miro y recuerdo los pequeños bracitos de mis hijos al nacer. Y finalmente una inusual flor la adorna, pero no es una rosa, ni un tulipán... más bien parece una planta carnívora.
He preparado un experimento para la ronda de mañana. Voy a introducir en mi cajetilla, una especie de cajón que nos han colocado a todos justo a la altura del pecho para llevar baterías de repuesto, un poco de la comida enlatada que aún conservamos como recuerdo, y cuando esté seguro que nadie me observa se la acercaré. Además, quiero probar también a hablarle. Mi caja de resonancia es casi idéntica a la humana, aún no lo he hecho porque tengo miedo de que conteste.
Puede que esté perdiendo la cabeza, o lo que me quede de ella. Puede que ni siquiera la planta exista y que no sea más que una burda alucinación. De todas formas, no me queda más remedio que seguir con mi investigación.
Voy a desconectarme para cargar mis baterías, debo estar preparado, mañana será el gran día.
Me introduzco en lo que se llama Cámara del Sueño, una especie de ataúd de grandes dimensiones, conectado a unas inmensas turbinas eléctricas, que se abre automáticamente a la hora que lo programes, es allí donde descansamos, y donde reactivamos todas las necesidades de nuestras baterías y circuitos del cuerpo.
Desde que mis baterías comienzan a cargar, hasta que mi parte humana entra en fase de sueño, es cuando los recuerdos aparecen con total claridad, infinidad de imágenes pasan por él con inusitada velocidad y claridad, infancia, familia, el mundo que conocía antes de la pandemia, antes de que nuestra sinrazón contribuyese a acabar con él…
Comienza el nuevo día. Compruebo mi estado de carga y contacto con los Guardianes por grandes pantallas que se encuentran en distintas partes de la Tierra para saber las novedades de la noche anterior. No es el caso de la zona que me toca patrullar, pero en otras partes del Planeta hay lugares donde la devastación ha sido mayor y efectos naturales como terremotos, tsunamis y monzones son constantes como también el aire contaminado por una gran polución. Afortunadamente el Parte es de haber sido una noche tranquila.
Nuestra Misión, además de la que llevamos a cabo, es buscar zonas en donde podamos en un Futuro encontrar las condiciones idóneas para que se pueda repoblar parte de la Tierra, pero por el momento sigue siendo una quimera.
Cierro la conexión y me dirijo al encuentro de esa planta de extraña forma ¿o debería llamarla Ser?
Al cabo de unos minutos estoy en el lugar gracias a esa especie de moto acuática que me lleva a una velocidad sorprendente y al descender de la misma, siento que alguien me llama por mi nombre. Pol 19995, Pol 19995, me giro instantáneamente que sorpresa ¡¡¡es ella!!!
Telepáticamente se comunica conmigo. Me invade una extraña sensación entre incredulidad, emoción y alegría, al mirarla luego de unos instantes de confusión me percato que ya no se encuentra dentro del charco de agua, en el lugar donde se debería encontrar. En vez de Raíz había dos protuberancias como especies de pies, que sin llegar a serlo le permitían desplazarse siempre en zigzag, no daba crédito a esta rocambolesca situación.
Me quedé mirándola fijamente y volvió a comunicarse conmigo. - “Soy yo, la que te estoy hablando, no sé por qué te sorprendes, este es otro de los descalabros que hicisteis, una de las tantas clonaciones jugando a ser Dios. Soy la única superviviente de mi especie, el resto de mis congéneres no sobrevivieron al intento, no voy a hacerte daño, quiero comentarte lo que sucederá en un Futuro próximo. Mi Flor se adaptó, y no tiene nada de estética, su color obedece a la intención de atraer cualquier sustancia que me permita continuar viviendo.”
Seguía sin quitarle la mirada de encima. Todo me resultaba un sueño. La interacción comunicativa era muy extraña. Sus palabras seguían sorprendiéndome, como un Eco. ¿Por qué me decía que no quería hacerme daño?, ¿qué me iba a decir de los sucesos del Futuro próximo? Mi consciencia se iba adaptando a otra realidad que no era la que hasta ahora estaba viviendo. Los colores cada vez se iban haciendo más nítidos. Me veía envuelto en una fina sábana metálica que de manera excelente guardaba el calor corporal, llegando a ser, a veces asfixiante, tumbado en una camilla parecida a una Cápsula, conectado a multitud de cables.
Voy dejando la Hibernación atrás, en la Máquina del Tiempo en la que me encuentro. El Mundo que poco a poco voy dejando va perteneciendo al pasado. No llevaba nada, ni siquiera una camisa. Dijeron que de momento no era necesario. Al menos me permitieron una bata, una bata de un blanco radiante, menos mal.
Ella, no sé quién era. Me apretó la mano. Me sentía más tranquilo. Poco a poco descubría que iba perdiendo las protuberancias y se iba haciendo más humana. Esbelta, delgada, también vestida con bata blanca, podría pasar por cualquier Doctora en Medicina.
- ¿Quién eres?, preguntó ella.
Los recuerdos aún son vagos, que van y vienen como las olas del mar, pero atiné a decir: Soy Paul Baker, tengo mi residencia en Bibury y nací el día 19 del mes 9 del año 65.
Los últimos cinco años he vivido una vida tenaz y opaca, al mismo tiempo, como si fuera inmune a todo. Un ser que no ocupaba un espacio en el mundo sino más bien un muro impenetrable de espacio en forma de hombre. El Mundo me repelía, me estrellaba contra él y, a veces, me apegaba como una lapa; pero nunca podía atravesarlo. Durante mucho tiempo viví como un Fantasma, absolutamente solo.
Desde mi posición puedo ver un Reloj digital colgado en la pared; marca las 23:20 horas del día 01 de mayo de 2020. Creo que me encuentro en un Hospital.
- Y, ¿dice usted trastornos cerebrales?
Su mano de dedos largos y piel de plástico fino jugaba con el cordón de la cortinilla de la ventana, y cuando me disponía a volver a preguntar, se inclinó casi hasta tocarme y me dijo: ¡Lesión cerebral por causas desconocidas, hasta el momento!
Yo habría opuesto un silencio cortés a su manifiesto si no hubiera sido por el deseo de hacer confidencias. La ansiedad latente en todo mi Ser me causó un Interés mezclado con Piedad. Y, después de un breve silencio, me susurró:
- ¿Y su Sueño siempre es el mismo?
- Si, casi siempre, pero al Fin ya acabó todo. Porque estoy Muerto.
- ¿Muerto?
- Definitivamente, sí, Muerto, y Muerto cuando mi consciencia tomó de manera obstinada y recalcitrante la Pesadilla. ¡Muerto para la Eternidad!... piense usted que el Sueño siempre se torna en que soy otro Hombre y que vivía en otro Lugar y en otra Época… Durante muchas noches, luchaba contra la Naturaleza del Sueño. No quería dormir. Y en cuanto lo hacía, no era caer en brazos de Morfeo que despertaba en la misma época y en el mismo lugar, desarrollando una y otra vez, el mismo trabajo como Guardián, una especie de Guardia Forestal destinado a la observancia de las posibles interferencias ajenas a la propia Naturaleza en su Evolución, para vivir nuevos episodios de mi nueva existencia… Hasta que llegó el Episodio Final.
- En el que según usted murió.
-Sí, expiré tras una larga Agonía, hasta el último halo de Vida, y con ello, el Fin de una Tragedia que me atormentaba.
- ¿Y después?
-Después nada. Gracias a los Dioses, ha sido el Fin del Sueño.
Permanecí quieto, inmóvil, sintiendo como mi Cerebro y mi Cuerpo parecían mantener una lucha entre sí, una sensación de terror y congoja que no era capaz de explicar.
Mis recuerdos todos confusos ¿lesión cerebral?, ¿cómo fue? ¿Cuándo sucedió? Dos lágrimas comenzaban a surcar mis mejillas, la realidad, esta realidad que hoy me tocaba vivir me sacudió, y me hizo tan frágil como si estuviera a punto de estallar cuáles cristales en pequeños fragmentos.
Me aferré fuertemente a las sábanas de la cama en la cual me encontraba sin saber qué debía hacer.
Cómo comprender lo que estaba ocurriendo. Rompí en un desgarrador llanto como quizás nunca lo había hecho, como creo que nunca más lo haré.
Miré hacia la ventana, las gotas comenzaban a descender por ella, empezaba a llover. Tronaba al igual que dentro de mí.
Unos pasos firmes y unas buenas noches me hicieron girar bruscamente y allí estaba, de pie, ante mí, con su cuerpecillo delgado y su alargado y pálido rostro. En su uniforme llevaba una chapa identificadora en la cual estaba escrito el nombre de Jane.
Iba con una sonrisa un poco forzada de tantos años realizando esa misma labor. Su cabello cano le daba un aire de más edad.
-Su cena señor Baker. - dijo mientras posaba con un movimiento delicado la bandeja sobre la mesilla.
-Debe tomar esta pastilla también. - agregó. A lo cual me negué, me dirigió una mirada y me dijo –Tómela, por favor.
Esta vez se denotaba autoridad en su voz, le miré y accedí. - Gracias. - Respondió. Me miró y dando media vuelta se marchó no sin antes despedirse. -Que pase una buena noche.
Veía el destello de los rayos, la tormenta arreciaba. Comencé a comer, la cena consistía en un tazón en cuyo interior había un líquido verdoso, lo probé con desconfianza, pero no sabía mal. En otro plato filetes de pollo con ensalada de tomate y cebolla, flan y un zumo de melocotón. Me llamó poderosamente la atención que en estos dos últimos, no había inscripción de ninguna marca, al igual que en el paquete de galletas saladas. Comí de buena gana, mañana será otro día, me dije, y ya circulaba dentro de mí una idea, debo abandonar este lugar. Debo escapar, las respuestas no están aquí, están ahí fuera. Sentí como una sonrisa se dibujaba en mis labios, cerré los ojos y me dormí. Al despertarme ya había amanecido, las primeras luces del alba comenzaban a asomar por las cortinas que había corrido casi en su totalidad, ya no llovía.
-Buenos días Paul, ¿cómo se encuentra hoy? Era Jane, me había llamado por mi nombre de pila, se le veía radiante y feliz, se acercó a mí y sonriendo me dijo – En unos minutos el Doctor Taylor, pasará a verle.
-Bien. - le respondí- Pasado un pequeño lapso de tiempo, llegó. – Soy el doctor Taylor, nos conocimos ayer, después de su ingreso, quisiera hablar con usted, me comentó que luego de estudiar el resultado del Tac que me había realizado…-Le interrumpí y dije – ¿En qué momento me realizaron la prueba?
- ¿No lo recuerda? - dijo con voz de asombro.
-No. - le respondí.
-Bien, continuemos. - Añadió. - Debo informarle que usted ha sufrido una herida por efecto de un fuerte golpe, y su cerebro está dañado. Lesión de la que quizás nunca se recuperará.
Fueron unas palabras demoledoras.
El Doctor Taylor fue muy amable y paciente conmigo. Me visitaba cada día para ver mi evolución. Yo al principio estaba muy confuso, no entendía nada de nada. Desconocía cuál era la realidad ¿o acaso había varias realidades superpuestas?
Al cabo de cuarenta días pude por fin dar mi primer paseo por el recinto donde me encontraba. Excepto en mi habitación, no se observaban ventanas al exterior y eso me extrañó. - ¿Dónde me encuentro? - le pregunté al Doctor Taylor. Éste, tomándose su tiempo, preparaba una respuesta…
- Estás en el Centro de Recuperación de la Memoria Terrestre!!! – Has permanecido mucho tiempo atrapado en un cuerpo que no era el tuyo y te ha pasado factura… Por eso te hemos reinsertado en un Clon de tu antiguo cuerpo…- Seguí sin comprender nada…
- Estamos en el Siglo XXX y somos parte del Equipo Recolonizador del Planeta Tierra! – El Doctor Taylor seguía con su explicación. - Tú y el resto de los Guardianes hicisteis un gran trabajo en la Recuperación de la Naturaleza, lo que nos ha permitido regresar con éxito y establecernos de nuevo aquí.
Necesitaba Tiempo para asimilar esta nueva situación. No estaba loco, aunque es cierto que había sufrido un traumatismo craneal que estuvo a punto de llevarme a un lugar sin retorno. ¿Cómo se había producido mi accidente? ¿O no había sido precisamente un accidente?
Me miré en el espejo que había en una habitación y no pude reconocer mi aspecto… Tenía piernas… brazos… y manos… Aunque no era ese el aspecto que yo recordaba haber tenido… No conservaba recuerdos de mi etapa como humano. Sin lugar a dudas había muchas cosas que entender… Pero decidí que ya habría tiempo para saber exactamente lo que sucedía…
Mientras tanto en el exterior del recinto se producía una gran Alarma por el regreso de los humanos al Planeta… Las Plantas, lideradas por la extraña Alga azulada, estaban reunidas en Asamblea General Planetaria de Seres No Humanos… - ¡Hemos de reconstruir nuestra antigua Alianza con la Tribu del Bosque! Son los únicos Seres que nos han ayudado, así que hemos de contactar con ellos…
Un grupo reducido de Plantas se puso en marcha. Era curioso observar cómo se desplazaban, parecían ser casi humanas… Tenían un largo camino por delante, ya que la última Tribu del Bosque vivía en un lugar muy remoto, muy lejos de cualquier resto de Civilización humana. ¿Serían ya conocedores del regreso de los humanos al Planeta? Las Plantas, con el Alga azulada al frente, andaban lentas pero eran siempre constantes en su avance…

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